Juan Josué Machaca Espinoza
Esta narración está ambientada en la guerra de 1870 y nos cuenta las peripecias de un grupo de personas que viajan en diligencia de Rouen a Le Havre, huyendo de los invasores prusianos.
La ciudad de Rouen ha quedado sin protección, pues, los últimos soldados franceses que la protegían, han tenido que huir ante la superioridad del ejército invasor.
Los vecinos, en sus habitaciones en penumbra, sentían el enloquecimiento que provocan los cataclismos, los grandes trastornos homicidas de la tierra, contra los cuales resultan inútiles prudencia y fuerza.
Esa misma sensación reaparece siempre que se altera el orden establecido, siempre que la seguridad ya no existe, siempre que todo lo que protegían las leyes de los hombres o de la naturaleza se encuentra a merced de la brutalidad inconsciente y feroz.
Un temblor de tierra que aplasta bajo las casas derruidas a un pueblo entero; el río desbordado que arrastra campesinos ahogados con los cadáveres de los bueyes y las vigas arrancadas de los tejados, o un ejército glorioso que extermina a quienes se defienden, se lleva prisioneros a los demás, saquea en nombre del sable y da gracias a Dios al son del cañón, son otros tantos azotes espantosos que desconciertan toda creencia en la justicia eterna, toda la confianza que nos han inculcado en la protección del cielo y la razón del hombre.