Propuestas de Enseñanza
Primer ciclo
MOVIMIENTO NOCTURNO
Todos hemos visto alguna vez en el cielo, las estrellas. ¿Sabemos cosas acerca de ellas? Para averiguar les proponemos la siguiente actividad.
Necesitamos una silla, un lápiz, un papel y varias noches despejadas. A la silla la colocaran en un lugar desde el cual puedan ver muy bien una zona del cielo. Allí dibujaran y registraran lo que observan a lo largo de una semana. Indiquen bien la ubicación de las estrellas respecto de algún obstáculo que les sirva de referencia (edificio, árbol).
Esta misma actividad se propondrá para la observación de los cambios de la luna, con soportes de información como el almanaque transcurso del tiempo.
Luego de la puesta en común, de las experiencias realizadas, de mostrar y explicar los dibujos, es decir del intercambio de ideas y escuchas de hipótesis, anotarán con la ayuda del docente conclusiones. Para finalizar ampliarán información explorando en diferentes fuentes, propuestas por el docente.
Segundo ciclo
¿Les gustaría ver la rojiza superficie del planeta marte, descubrir miles de estrellas invisibles a simple vista? Si es así, necesitarán tener un verdadero anteojo astronómico.
¡A TRABAJAR!
Con el anteojo que construyeron en distintas épocas del año podrán ver bien tres planetas:
Venus: se lo distingue a simple vista porque es el primer astro que aparece al anochecer.
Martes: tiene una luz firme y rojiza
Júpiter: es más brillante que la mayoría de las estrellas pero no titila.
De forma grupal y con la guía de los docentes confeccionar un power-point informativo.
También podrán observar la luna, realizando un registro detallado de las fases.
En los dos ciclos, la ruta de la secuencia será
1. ¿Qué sabemos sobre el cielo?
2. ¿Qué vemos en el cielo?
3. Ampliar la información disponible.
4. Debatir, recuperar interrogantes habilitando espacios para compartir saberes y enriquecer su mirada del cielo.
5. Visita al Observatorio Galla, en los alrededores de la escuela.
ACTIVIDAD 4
La alfabetización científica implica “dar sentido al mundo que nos rodea” (Pozo y Gómez Crespo, 1998). Como institución hemos acordado que es importante dar a conocer datos, analizar conceptos, primordialmente desarrollar una batería de herramientas esenciales, para comprender e interactuar de modo efectivo con la realidad cotidiana.
En este sentido, entendemos por alfabetización científica una propuesta de trabajo en el aula que implica generar situaciones de enseñanza que recuperen las experiencias de los chicos con los fenómenos naturales, para que vuelvan a preguntarse sobre ellos y elaboren explicaciones utilizando los modelos potentes y generalizadores de las ciencias físicas y naturales.
En este marco, la introducción de vocabulario científico sólo va asociada a la comprensión de las ideas y los conceptos que representan esas palabras, es decir, tratando de evitar un lenguaje formal, vacío de contenido. Según este enfoque, no se trata de que los chicos aprendan definiciones, sino que puedan explicar lo investigado y/u observado.
La ciencia escolar se construye, entonces, a partir de los conocimientos de los alumnos y de sus modelos iniciales o de sentido común, porque estos proporcionan el anclaje necesario para los modelos científicos escolares, los cuales son transposiciones de aquellos modelos científicos que se consideran relevantes desde el punto de vista educativo.
El diseño de situaciones didácticas contextualizadas implica el desafío de relacionar los contenidos de ciencias, que se enseñarán con los intereses de los chicos y con los hechos significativos para ellos. De este modo, la contextualización se vincula con el proceso de selección y secuenciación de contenidos. Por ejemplo, al planificar una secuencia de actividades, es importante imaginar su inicio partiendo de aquellos aspectos que puedan resultar más cercanos o atractivos para los alumnos, en lugar de pensar exclusivamente en la lógica consolidada de las disciplinas o de los libros de texto. Así, los hechos elegidos se plantean como problemas, preguntas o desafíos porque interpelan a los estudiantes sobre el funcionamiento del mundo, poniéndolos en la situación de buscar respuestas y elaborar explicaciones.
En este proceso de aprender a ver de otra manera, de estructurar la mirada científica, el lenguaje juega un papel irreemplazable. En la actividad científica escolar, el lenguaje permite darle nombre a las relaciones observadas y conectarlas con las entidades conceptuales que las justifican; también permite que emerjan nuevos significados y nuevos argumentos.
El lenguaje se convierte así en la herramienta para cambiar la forma de pensar el mundo.
En la clase de ciencias, los alumnos tienen que aprender a usar paulatinamente los modelos científicos escolares y las palabras que forman parte de dichos modelos. Así, se generarán nuevos conocimientos en el proceso de preguntar, observar, experimentar, hablar, leer y escribir. Por esta razón, las ciencias tienen un papel específico también en el desarrollo de competencias cognitivo-lingüísticas. En la tarea de enseñar y aprender ciencias, palabras y significados se construyen y reconstruyen mutuamente.
Compartir, confrontar, explicar, comparar, justificar y, por lo tanto, construir nuevos conocimientos en interacción con otros también requiere del lenguaje e incluye la comunicación entre los protagonistas, tanto oral como escrita. El lenguaje tiene, como ya mencionamos, un papel fundamental en los procesos de enseñar y aprender a partir de la gestión de las interacciones discursivas y sociales en el aula. ¿Cómo podemos entonces favorecer este proceso comunicativo? Promover la verbalización de las ideas de los alumnos es un punto de partida interesante, porque en el proceso de explicitación de sus representaciones o modelos iniciales se produce la confrontación con otros puntos de vista (los de sus compañeros y maestros). Otra de las capacidades cuyo desarrollo debemos promover, en el marco de la alfabetización científica, es la producción de textos escritos por parte de los chicos, ya que escribir acerca de un fenómeno requiere darle sentido a ese fenómeno. Al hacerlo, quien escribe toma conciencia acerca de lo que sabe y lo que no sabe, y establece nuevas relaciones con otras ideas y con sus observaciones. En efecto, la construcción de ideas científicas se basa en el hecho de haber obtenido ciertos datos y de haber pensado en ellos. En este proceso se crea, a través del lenguaje, un mundo figurado hecho de ideas o entidades, no de cosas, formado por modelos y conceptos científicos que se correlacionan con los fenómenos observados y que permiten explicarlos.
Las actividades deben ayudar a los alumnos a reconstruir los pasos seguidos, reconocer la importancia de manifestar sus ideas, diseñar e implementar estrategias de exploración o de selección de información, organizar sus propias normas de funcionamiento en grupo, evaluar el trabajo personal y el de sus compañeros, reflexionar sobre lo aprendido.
Bibliografía de la propuesta de actividades:
El Libro de la Naturaleza y la Tecnología 7 Ed. Estrada.
Sitios de internet:
http://danielgastelu.blogspot.com/2008/08/construir-telescopio-casero.html
http://www.planetario.gov.ar/indexnuevo.htm
Escuela N°4 “Dr. Martín Reibel”
CUE: 3001210